Vivimos la Cuaresma saliendo de nosotros mismos en el encuentro con Cáritas y peregrinando a la catedral, donde pudimos experimentar su intimidad y luego en la parroquia disfrutar de las 24horas para el Señor y de su misericordia en el sacramento del Perdón. Es este encuentro el que nos ha permitido experimentar el amor hasta el extremo de quien se ha entregado por cada uno de nosotros en la Cruz, y ha resucitado victorioso.
Ahora nos corresponde participar de esta victoria de Cristo y gozar de los santísimos efectos de su resurrección. Por ese motivo queremos seguir trabajando la sensibilidad para reconocerlo vivo y resucitado en la oración personal y comunitaria, celebrarlo en la Eucaristía dominical, y en cada sacramento que estas Pascuas vivamos con los enfermos, niños y jóvenes, reconocer que sigue presente en medio de los más necesitados y enfermos y que sigue llamando a hombres y mujeres de nuestra comunidad para consagrarse a él y anunciar su Reino como sacerdotes, religiosos o religiosas.