“Cada parroquia ha de renovarse en orden a aprovechar la totalidad de sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos le están encomendados. Con sus organismos e instituciones, ha de asumir decididamente un estado permanente de misión”(NMA 72). Desde la respuesta a esta conversión personal y pastoral, este año, vamos a proponer en el Taller de la Palabra las 10 claves que nos ayuden a comenzar este proceso, entrando en una dinámica evangelizadora y misionera. Comenzamos con la primera Clave: Las expectativas claras.
1- Nuestro entorno
Vivimos en un entorno social en el que la fragilidad de todo se hace cada vez más palpable: las relaciones personales, los matrimonios, la familia, los grupos… son frágiles, no tienen, en muchos casos, la solidez que se necesita para sostenerse en los momentos de sufrimiento y eso, nos provoca una gran ansiedad que nos hace añorar un pasado idealizado, escapar del presente y soñar en un futuro incierto; nos impide aceptar procesos y esperar con paciencia, todo debe ser ya y ahora, y lo que no es inmediato, lo desechamos, impidiéndonos aceptar la complejidad de la realidad y sintiéndola como algo incomprensible que se presenta como impenetrable, ingobernable y, nos lleva a una pasividad absoluta porque lo que no se comprende, no se puede cambiar.
2- La respuesta de la Sagrada Escritura (Hch 2, 42-47)
Ante entornos frágiles, como estaban viviendo los apóstoles después de la ascensión del Señor y en los momentos de persecución, el primer antídoto es la comunión, que no se cimienta en los sentimientos, y que no se cuartea en las crisis, porque el AMOR que nos une, es el de Dios, y ese es estable, permanente, inmutable. Este Amor se cimienta en la oración que nos saca de los estándares de perfección que nos ofrece el mundo, de la presión del seudo éxito, de la necesidad del reconocimiento social, y del afán consumista para llenar vacíos. La oración, como un encuentro personal con alguien que nos ama, es la conexión con el amor que el corazón anhela, con la gracia que supera cualquier ansiedad. Fuente y cumbre de toda oración es la Eucaristía, por ello, el modo de vivir la celebración dominical es decisivo en el futuro de la parroquia, porque es ella la que nos hace entrar en comunión con una historia de Salvación lineal, donde Dios tiene la primacía y es el Señor de la vida y de la Historia, con sus procesos, su linealidad, su espera.
Los discípulos de Emaús, que no entienden nada de lo que ha ocurrido y que, la complejidad de lo vivido les supera, encuentran en la enseñanza de Jesús y luego, en la enseñanza de los apóstoles, la clave de interpretación de lo ocurrido «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”
3- ¿Qué expectativas tenemos como parroquia?
La comunidad cristiana espera de sus miembros que deseen ser discípulos de Jesús: (Jn 15, 8). Por eso, esperamos que todos los miembros de la parroquia busquen, más allá de la homilía dominical, una formación cristiana acorde con su vida, su momento vital y sus capacidades. Por otra parte, la iglesia entiende que, si la Eucaristía es la que construye la comunidad, no nos da igual celebrarla o no celebrarla, ni siquiera con quién celebrarla. Y es de esta experiencia, de donde nace la necesidad de prolongar la oración unos por otros en las distintas Adoraciones Eucarísticas, la Oración de Intercesión y la Capilla de la Adoración.
Por último, no podríamos darnos por satisfechos si entendiéramos todos que somos nosotros los que debemos encargarnos de sostener económicamente a la parroquia: recibos, mantenimiento, sueldos, proyectos de evangelización, ayuda a los necesitados , mejora del patrimonio que se nos entregó…porque desde esta visión, no debemos perder de vista que damos, no solo por mantener lo que es nuestro, sino damos, por gratitud a Dios, porque nos liberamos de la avaricia, nos hace entender que somos administradores y no señores y expresamos la libertad ante los bienes terrenos. Nadie queda excluido de esto. Y todo esto, lo vivimos para llegar a ser discípulo misionero que cumple el mandato de su Señor “Id al mundo entero y proclamad el evangelio” (Mateo 28, 20).
Si quieres compartir esta propuesta con otras personas en un Equipo de la Palabra, escribe a: parroquia@sanjaimemoncada.es