5ª Clave: Acogida y hospitalidad

Cursillos prematrimoniales

«Acogeos mutuamente, como Cristo os acogió» (Rom 15, 7).

1. La acogida, clave esencial para la evangelización 

Este mes, después de tratar temas muy densos en los anteriores Talleres, tal vez pensemos que se nos propone una clave “sencilla”, un valor humano sin más. Nos puede llamar la atención que se señala la acogida como una de las grandes claves para una verdadera conversión pastoral. 

Todo el proceso que estamos viviendo pretende transformar, no tanto los modos de hacer las cosas, los nombres, las herramientas, las acciones concretas…  sino la cultura que está en la base de todo lo que hacemos. 

Ante una sociedad que pone por encima de la persona la productividad y la eficacia, pasando esta a ser un engranaje de una maquinaria perversa de consumo, la acogida se presenta como una manera distinta y nueva de mirar a la persona, de cuidarla, quererla y recordarle: tú eres lo más importante; vales por lo que eres, vales por quién eres, y no por lo que haces y aportas a la sociedad. De esta manera proclamamos la Buena Noticia del Amor gratuito de un Dios Padre que entiende a todo ser humano como el bien mayor que existe. 

Desde tu propia experiencia, ¿ves que la acogida es realmente una clave esencial para la nueva evangelización? Concreta en qué aspectos 

2. La acogida, en la Sagrada Escritura 

La “hospitalidad”, en su etimología griega, filoxenía, significa “amor a los extraños, a los extranjeros” y constituye una de las virtudes y prácticas esenciales en el entorno Bíblico, cultura nomadia, que experimenta la falta de acogida como muerte segura para caminantes y peregrinos. 

Son muchos los relatos en los que los vemos: , Abraham y Sara acogen a unos extranjeros que les revelan ser unos ángeles; el Señor, por esta generosidad, les bendecirá y les prometerá un hijo (Gn 19), Moises que es acogido por Jetró, el que sería su suegro, José, el hijo de Jacob que acoge y perdona a su familia,  Elías que es acogido por la viuda de Sarepta. Esta práctica, especialmente tras la experiencia en Egipto, se convertirá en un mandato de parte del Señor que en el Nuevo testamento adquiere tres características:  Es una acogida universal, que no rehúsa encontrarse y dejarse acoger por todo tipo de personas,  (Lc 15, 2). Pasa de ser un mandato a ser un sacramental de la misma presencia suya en medio de su pueblo (Mt 25, 35.40), y porque la acogida funda un nuevo modo de relacionarse: la fraternidad que no se funda en afectos, castas, apellidos y criterios humanos.

Un ejemplo claro de acogida lo vemos en el relato de la Samaritana. El hecho de que el evangelista subraye que “Tenía que pasar por Samaría» (Jn 4,3-4), no es un dato geográfico, sino teológico. Es la necesidad de salir al encuentro de los “enemigos” y hacerlo en un lugar (pozo), hora (cuando no hay nadie) y modo (mostrándose cansado), que posibilita esa acogida. Jesús en este encuentro rompe todas las barreras y enganchándose a la necesidad más básica de la mujer la va llevando magistralmente hasta una confesión de fe. 

¿Qué es lo que más te llama la atención de la manera de acoger que tiene Jesús?¿En qué te sientes más identificado?¿qué te cuesta más y qué necesitas pedir al Espíritu?

3. El ministerio de la acogida en nuestra parroquia 

Al hablar de acogida, es imprescindible que nos refiramos a una acogida universal, a todos y para todos, pero cada uno en su situación concreta. 

Hay una primera acogida extensa destinada a todos los que pasan por la parroquia a pedir “algo” puntual: partidas, bautismos, ayuda, entierros, bodas … normalmente desde una visión de consumidores y, por lo tanto, sin entender los procesos, el sentido más amplio… y por ello a veces exigiendo. En este primer momento se nos llama a romper la primera muralla, y desbloquear los tópicos, sabiendo que estamos en “mundos” distintos y que se nos invita a conectar con sus necesidades con alegría. 

Otro tipo de acogida, amplia, para aquellos que porque son clavarios, novios, familias de catequesis… viven un tiempo relacionados con la comunidad, pero sin interés de participar. En esta acogida, lo que ellos buscan y lo que nosotros ofrecemos es totalmente distinto y eso dificulta el encuentro. Se nos invita a saber que se está sembrando y abrir una puerta, para que sepan que contamos con ellos, que pueden entrar.

Hay otro tipo de acogida, muy concreta, para aquellos que participan en alguna actividad con interés y compromiso, pero que, por distintas razones, no se sienten parte de un proyecto comunitario. Esta situación suele deberse a que no ha habido un primer anuncio, o porque se han dado situaciones que han llevado a heridas con el sacerdote o la comunidad, o porque el momento vital es muy complejo. En este punto toca conectar con  lo que se siente y lo que se busca, y estar pendientes por si en algún momento pueden dar un paso más. Imprescindible, no dejar de salir a su encuentro.

Hay una tercera acogida que es la intensa con aquellos que sí que quieren vivir una vida comunitaria, pero con los que normalmente menos acogemos porque son de casa, menos discernimos porque están disponibles para todo. Con ellos se hace necesario respetar ritmos, provocar procesos, y acompañar por parte de los responsables y sacerdotes.

En cada acogida, nos jugamos la ocasión de convertir un momento en un verdadero encuentro fraterno, de comunión y evangelización. Por eso, es necesario el ministerio de la acogida, por el que, quien ha recibido ese carisma acogedor, se convierte en un verdadero don del Espíritu Santo para la comunidad, acogiendo y sobre todo ayudando al resto a tener esa sensibilidad de acogida en las cosas más sencillas.

¿Crees que haría falta crear un ministerio de acogida? ¿cómo se podría hacer? ¿Qué cosas tendrían que tener en cuenta para los cuatro tipos de “acogidas”?

https://www.youtube.com/live/xVVUgG5Gxdw?feature=share

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