8ª Clave: Discipulado

Discipulado

“Llamó a los que quiso para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar” Mc 3, 14

Lectura de Mc 3, 13-19

¿Qué vemos en la iglesia?

Si tuviéramos que elegir una palabra que defina el “discipulado” actual sería superficial, porque la iglesia tiene miles de km de anchura, contamos con las generaciones que mayoritariamente han realizado todo el proceso que la iglesia les ha “exigido”, han participado de sus actos y celebraciones… pero, todo con una gran superficialidad.

Una superficialidad que unida a la cultura del bienestar y el consumismo nos hace tener una mentalidad de “consumidores” de lo religioso: pasivos, indisciplinados, con una fe parcelada, con pánico a ir contracorriente, con una vinculación eclesial por conveniencia, sin base bíblica y teológica y que no se plantean ser testigos de su fe. 

Para llegar a esto tal vez, entre otras causas, la misión de los sacerdotes ha perdido su profundidad apostólica y evangelizadora y, se ha centrado en cuidar a los de siempre; se ha propuesto un discipulado como si fuera un máster para tener un título o ganar un sacramento y, hemos reducido la vida cristiana a algunas facetas de nuestra vida. No hay una propuesta de camino claro en madurez. 

Como el Padre me ha enviado… 

La Iglesia parece haber perdido de vista su misión y propósito. Hoy en día, en nuestras comunidades cristianas, “la misión” es una de las muchas tareas que la Iglesia “hace”, en lugar de convertirse en lo que la Iglesia “es”. 

Jesús no hizo un gran plan pastoral para llegar a las multitudes, sino que, seleccionó a 12 compañeros de camino muy normales, los asoció a Él pidiéndoles que lo siguieran, y permanecieran con Él; les pidió que se consagraran, que vivieran la entrega de la vida en sumisión absoluta a la soberanía del maestro, les comunicó el Espíritu. No se limitaban a cumplir una ley, sino que respondían a alguien que los amaba y que les pedía que se dejaran habitar por Él. Les testimonió cómo vivir la entrega y comenzó a enviarlos de dos en dos” (Mc 6, 7), reuniéndose con ellos después de sus recorridos, a  fin de escuchar lo que había ocurrido y ayudándoles a entender lo ocurrido, para que poco a poco pudieran  reproducir su imagen por medio de ellos y de otros como ellos, de modo que la evangelización continuaría expandiéndose en un ámbito cada vez mayor, hasta que las multitudes pudieran experimentar lo que ellos habían conocido con el Maestro. 

Nuestro proceso de discipulado

Todo comienza con alguien que por la Capilla, Alpha, los oratorios, las celebraciones, una actividad, el seminario de Vida en el Espíritu… se ha encontrado con Jesús. Que ha tenido una experiencia personal con Él y le ha llamado a seguirle, caminando con otros creyentes para un día ser enviados a proclamar a todos la Buena Noticia. 

Para ello, necesito un encuentro con otro que me ayude a situarme en mi vida, dejando que ese encuentro lo transforme todo y me convierta, para iniciar un itinerario de formación alineado con toda la visión pastoral de la comunidad que ilumine el modo en el que se nos llama a ser discípulos misioneros en nuestra realidad, experimentando juntos el gozo de la vida celebrativa y oracional y sabiéndose llamado a reproducir lo que otros han hecho conmigo. 

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