JUEVES SANTO 2018 – CÁRITAS PARROQUIAL –

JUEVES SANTO 2018 – CÁRITAS PARROQUIAL –

 El Jueves Santo, Día del Amor Fraterno. Día en que Jesucristo instituyó la Eucaristía, sacramento de la caridad, y nos dejó su mandamiento nuevo del amor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, es muy propio e indicado para la manifestación de la caridad.

“A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver” (cf.Jn 1,18). Y cada vez que nos hemos inclinado ante las necesidades de los hermanos hemos dado de comer y de beber a Jesús; hemos vestido, ayudado y visitado al Hijo de Dios (cf. Mt 25,40): es decir, hemos tocado la carne de Cristo. (Papa Francisco)

“No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan son quienes aman a Dios” (cf. 1 Jn 3, 16-18; St 2, 14-18) (Papa Francisco. Homilia de la misa de canonización de la Madre Teresa de Calcuta, 4 de septiembre 2016)

 

Desde Cáritas Parroquial queremos hacer una reflexión sobre el amor fraterno para intentar sensibilizar a toda la comunidad parroquial. Y nos preguntamos: ¿Qué es para nosotros el amor fraterno? Una expresión que hemos oído tantas veces que pasa de puntillas por nuestras cabezas y corazones. “Amor fraterno”, amor de hermanos y entre hermanos. Tenemos hermanos/as de sangre, de grupo, compañeros/as de trabajo, vecinos…, aunque sentimos que al diferente, al distinto, al que no es de nuestra forma de pensar, lo ponemos en la acera de enfrente; pero al leer el texto del evangelio de Mateo 25, 31-46 nos damos cuenta que amor fraterno no es sólo amor al hermano, que ya es difícil, sino amor a Jesús en el hermano, más difícil todavía.

Cuando leemos en la prensa cinco millones de desplazados en Siria, o 366 muertos en lo que va de año en el Mediterráneo y cinco mil el año pasado, o diecinueve mil niños muertos 40 al día por causas evitables, o 22 países en guerra en el mundo, y setecientos  millones de personas que viven  en condiciones de extrema pobreza en el mundo o que el 1% de los ricos tiene tanto patrimonio como el resto de la población, o que en España, en período de crisis, ha aumentado en quince mil el número de los ricos, o que el 34% de los trabajadores en España gana menos de 645 € al mes  o , o , o… Son tantas las diferencias sociales dentro y fuera de nuestro país que  nos preguntamos: ”¿y nosotros que podemos hacer?. Pensamos que solos no vamos a arreglar el mundo.

Pero en nuestra comunidad hay personas que intentan ser fieles esa tarea del amor fraterno, son los voluntarios de Cáritas, visitando a familias necesitadas, acogiendo a la gente más vulnerable, en los talleres de formación, en el seguimiento de personas, en visitas a enfermos, buscando empleo por medio de las empresas, colaborando en el economato, en la tienda solidaria, en el apoyo escolar… Es una tarea enorme y se necesita todas las manos, el esfuerzo de toda la Comunidad Parrroquial.

Volviendo al Jueves Santo, día del amor fraterno, Jesús se entrega por nosotros, no entrega su tiempo, ni su dinero, entrega algo más valioso, lo más apreciado por el ser humano: LA VIDA, entrega su vida para darnos vida. Ante tanta generosidad ¿cómo podremos responder a su amor….? Se trata de compartir de lo que se es y de lo que se tiene.

No puede haber amor, no se puede amar, sin asumir las exigencias de la justicia. Y no puede haber justicia si no es desde el amor que busca el bien mayor del otro. Por eso, el cristiano que vive su fe en Cristo como amor al prójimo, ha de comprometerse a luchar contra las injusticias y a estar del lado de los injustamente tratados, colaborando a su liberación.

Resumiendo, no se puede concebir una caridad, un amor, que se precie de tal, que no asuma las exigencias de la justicia como base de su realización, ya que todo amor busca el mayor bien para la persona que ama; ni se puede concebir una justicia, que no esté motivada por el amor, porque puede reducir a las personas a una unidad de derecho, sin tener en cuenta lo que verdaderamente le hace un ser humano.

Es cuestión de solidaridad y de calidad y no tanto de obligatoriedad y cantidad.

Tengamos una actitud de acogida, con los más olvidados. La parroquia debe encontrar su auténtico lugar para evangelizar desde la solidaridad con los más solos y abandonados, desde el contacto directo con el sufrimiento y la marginación, desde la defensa incondicional de los más indefensos, desde la denuncia de la injusticia y la opresión de los débiles, desde el servicio gratuito a los últimos.

¡Seamos generosos y compartamos! Tú mismo.

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